sábado, 2 de mayo de 2009

24 de marzo de 2008

Para la marcha del 24 de marzo nos organizamos en dos comisiones para abordar distintas problemáticas y elaborar dos obras colectivas que permitieran generar distintas reflexiones y distintos juegos de recepción en el público.
Una de las experiencias dio como resultado un afiche contra publicitario que ironizaba la campaña de limpieza de la municipalidad de la ciudad. Esta campaña se jactaba del regreso de la limpieza a la Ciudad de Mendoza, “la más limpia” según dice los que saben, esta campaña característica del gobierno del municipio ha sido mucho más amplia que la recolección de residuos, ya que trajo consigo un fuerte incremento de efectivos policiales (limpiando a trabajadores ambulantes, limpia vidrios, artesanos, manifestaciones, etc.) tanto que ahora mismo las calles del centro y barrios periféricos las recorre gendarmería.


También el gobernador de la provincia Celso Jaque designaba como subsecretario de seguridad al ex comisario Carlos Rico partícipe en la última dictadura militar e implicado en casos de desaparición de personas.


De esta forma se materializaba la campaña de limpieza de la municipalidad, con más represión en la calles y sumado al gobierno provincial que colocaba en un cargo público nada menos que a un represor de la dictadura del 76.







El afiche contaba con el mismo diseño de la publicidad de la campaña de la municipalidad, es decir, misma tipografía, color, etc., y la misma consigna “Volvió la limpieza” pero era acompañado por la flamante imagen de la gorra policial, que tantos muertos trae consigo. Lo fuimos colocando durante la marcha en distintos sitios del centro, sobre todo encima de publicidades y otros espacios donde sean visibles.










La otra obra era un objeto-souvenirs que se circunscribía solo al espacio de la marcha y era destinado a los partícipes de la misma, a diferencia del anterior que era para el transeúnte en general.



En esta obra se planteaba también una ironía en este caso referida a la política de derechos humanos del gobierno, que institucionalizando la reivindicación histórica del “ni olvido ni perdón”, asumiendo como propio el discurso de la memoria pareciera que sistemáticamente hubiera pasado a ser un slogan más de una campaña política o un objeto más de consumo ofrecido a un determinado público que lo desea, en pocas palabras la institucionalización de esta lucha transformándola en un vano discurso a veces hasta glamoroso.
La obra era entregada en la mano a los manifestantes y consistía en un envoltorio símil prariné donde venía su respectiva etiqueta. El paquetito estaba relleno de azúcar, como la dulce memoria propuesta por el gobierno.









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