


También el gobernador de la provincia Celso Jaque designaba como subsecretario de seguridad al ex comisario Carlos Rico partícipe en la última dictadura militar e implicado en casos de desaparición de personas.

De esta forma se materializaba la campaña de limpieza de la municipalidad, con más represión en la calles y sumado al gobierno provincial que colocaba en un cargo público nada menos que a un represor de la dictadura del 76.




La otra obra era un objeto-souvenirs que se circunscribía solo al espacio de la marcha y era destinado a los partícipes de la misma, a diferencia del anterior que era para el transeúnte en general.

En esta obra se planteaba también una ironía en este caso referida a la política de derechos humanos del gobierno, que institucionalizando la reivindicación histórica del “ni olvido ni perdón”, asumiendo como propio el discurso de la memoria pareciera que sistemáticamente hubiera pasado a ser un slogan más de una campaña política o un objeto más de consumo ofrecido a un determinado público que lo desea, en pocas palabras la institucionalización de esta lucha transformándola en un vano discurso a veces hasta glamoroso.
La obra era entregada en la mano a los manifestantes y consistía en un envoltorio símil prariné donde venía su respectiva etiqueta. El paquetito estaba relleno de azúcar, como la dulce memoria propuesta por el gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario